Qué delicia un pollo al horno, con la piel crocante, bien jugoso, pero cocinado hasta los huesos.
Suena casi imposible, ¿cierto? Pues la carne de pollo es muy gruesa en algunas partes, a veces terminamos con los muslos quemados y la pechuga cruda en el centro, o el pollo se cocina bien, pero queda seco como bagazo de caña.
Aquí el marinado juega un papel muy importante. Yo sé que vas a ver esta receta y tal vez digas “uy, qué complicado”, pero de verdad te prometo que no es tan difícil como parece, y que no te vas a arrepentir porque el resultado te va a convertir en la persona favorita de tus comensales.
Comencemos con el pollo: búscate un ave grandecita, de unos 2 a 3 kilos (te va a rendir para darle de comer a 6 personas). Ojalá que sea de pastoreo, un pollote de los que venden en la feria o en el mercado de tu comunidad. El pollo tiene que estar descongelado y limpio para que lo podamos trabajar.
⚠️Esta receta requiere de planificación, porque deberías comenzar a trabajar la carne tres días antes de cocinarla.
Acá lo que necesitamos:
1 pollo de 2 a 3 kilos, limpio y seco (mucho cuidado con las superficies que tocan el pollo crudo, recordá lavarlas muy bien con cloro para evitar la propagación de salmonella).
Para el marinado estándar (esta receta es super noble y podes usarla con pollo entero o en piezas, y también con pollo que querás preparar para freír queda muy bien). Es estándar lleva solo 3 ingredientes, a los que les podés cambiar las especias para dar sabores distintos:
2 litros de agua
3 cucharadas de Zukra
3 cucharadas de sal
Para sazonar:
2 rollos de albahaca fresca.
Para el sachet:
1 cdta de semillas de culantro, 1 cdita de pimienta negra en grano, 1 cdita de semilla e eneldo.
Para preparar el sachet, seguimos exactamente los mismos pasos que con las cebollitas encurtidas: calentamos las semillas en una sartén sin grasa, las colocamos en un pedacito de manta, hacemos un rollito y lo amarramos con manila. Reservamos.
Para hacer el marinado, vamos a entibiar el agua (esto nos ayudará a disolver la sal y el azúcar de manera más sencilla), y agregamos el sachet de especias. No es necesario hervir, solamente calentar y remover para que la sal y el azúcar se deshagan por completo. Vamos a dejar que el líquido se enfríe y cuando esté frío le agregamos la albahaca.
Transferimos el líquido a un recipiente grande. Necesitamos que sea de al menos el doble del tamaño que el líquido, para que cuando metamos el pollo no se nos vaya a regar. Metemos el pollo al marinado, lo tapamos y lo refrigeramos. Podes dejarlo dos horas. Yo te recomiendo dos días. Acordáte de ponerle la fecha al recipiente.
La noche antes de comenzar a cocinar, vamos a sacar el pollo del marinado y secarlo por completo con una toalla de papel. Descartamos el líquido, no se puede volver a usar. Vamos a colocar el pollo en un plato grande, ojalá sobre un rack de enfriar galletas, y lo colocamos destapado en la refri, para que la piel se comience a secar. Este tiempo de reposo va a ser el que te ayude a cocinar un pollo con la piel bien crujiente.
El día que vayas a cocinar vamos a preparar un segundo marinado rápido, que utilizaremos como “rub”, para restregar el pollito. Para hacer este rub necesitamos:
150 ml de vinagre de vino tinto
1 cucharada de Zukra
1 cucharadita de orégano seco
5 cucharadas de aceite de oliva
3 dientes de ajo
Lo vamos a licuar todo. Fíjate que no incluí sal en este rub, porque ya el pollo está suficientemente salado por el proceso de marinado. Transferimos el pollo a un tazón grande, y lo restregamos bien por dentro y por fuera con el rub. Lo dejamos reposar durante 15 minutos.
Vamos a precalentar el horno a la temperatura más alta que tenga.
A los 15 minutos, volvemos a masajear el pollo con el rub que está acumulado en el tazón y lo dejamos reposar durante unos 20 minutos más. A continuación, vamos a amarrar los muslos del pollo con un pedacito de manila, y a doblar las alas debajo de sus muslitos (para protegerlas y que no se vayan a quemar).
Transferimos el pollo a una bandeja engrasada y lo metemos al horno con los muslos apuntando hacia la puerta. Lo horneamos a la temperatura más alta por 10 minutos, para sellar la piel. Puede que salga un poquito de humo, pero no te asustes, es la grasa quemándose.
A continuación, bajamos la temperatura a 325 °F. El tiempo de cocción va a variar dependiendo del tamaño del pollo y de la capacidad de tu horno (puede ser 1 hora a 1 hora y 15 minutos para un pollo de 3 kilos). Yo te recomiendo que si te gusta hornear carnes, inviertas en un termómetro, porque es mucho más sencillo determinar si ya la carne está cocinada con esta herramienta (160 °F es la temperatura interna adecuada para saber que ya el pollo está hecho).
Sacamos el pollo del horno y lo dejamos reposar durante 20 minutos antes de cortarlo. Esto le permite asentarse, reabsorber jugos y te será mucho más fácil de cortar y servir.
Si tienes dudas sobre el proceso, compártelas en los comentarios en el posteo de facebook, con todo gusto te guiaremos en el proceso.
